Es sabido que las necesidades de movilización de una población en términos de espacio y tiempo se encuentran indudablemente determinadas por variables asociadas a la demanda del transporte, las cuales se han obtenido a partir de las relaciones existentes entre los aspectos socioeconómicos y las actividades urbanas, materializadas a través de las actividades de la comunidad y los usos del suelo y así se ha incorporado al estudio de la Urbanística y de la Planificación del transporte urbano desde las brillantes y ya lejanas aportaciones de Mitchell y Rapkin (Escobar García, 2008). Es claro que una de las principales preocupaciones de la planificación urbana y de sus infraestructuras ha sido el garantizar que se cubran las necesidades de los habitantes respecto a su movilización, en entornos urbanos donde los altos índices de motorización y de congestión son predominantes, es así como se propicia la toma de decisiones que contribuyan a una adecuada oferta de Transporte Público Colectivo Urbano (en adelante TPCU) y su promoción con el fin de hacer cada vez más atractivo el uso de éste por parte de la comunidad.