El desarrollo acelerado de la sociedad moderna ha creado nuevos clientes racionales, planificados y experimentados, con mayores opciones de comunicación y acceso a información de especial interés. Este nuevo cliente identifica la calidad como una variable que influye a todos los bienes y servicios. La necesidad de diseñar y entregar servicios que satisfagan las necesidades de los consumidores o usuarios hacen que el mundo organizacional actual sea muy complejo y cambiante. Hoy en día, las decisiones o estándares de los clientes, independientemente en el sector en que se encuentren, tienen una mayor importancia en la calidad y experiencia de la gestión de las entidades, las cuales al no ser tenidas en cuenta, pueden crear demandas negativas en la organización (Muñiz, 2013).